Parece sencillo, y así lo hacen numerosos estudios, relacionar la experiencia de acontecimientos negativos, con la depresión (relaciones rotas, divorcios, fallecimientos, pérdida de empleo etc.). De todos modos, el efecto de dichos acontecimientos se puede ver atenuado por factores como el apoyo social o las propias características personales, dando lugar a un estado normal de tristeza , distinto en cualquier caso de un episodio depresivo. No obstante, no siempre es fácil distinguir entre ambas reacciones, del mismo modo que no lo es determinar si un hecho es causa o consecuencia de la depresión.
La intervención en este ámbito abarca desde conductas tradicionales como fumar o el consumo de alcohol y otras drogas, hasta otras de atención más reciente como llevar una vida sedentaria, (causa de obesidad y otros problemas de salud), adicción al juego, a las nuevas tecnologías, a la comida, a las compras, a guardar cosas o, en definitiva, cualquier hábito que se realice de manera compulsiva, escapando al control del individuo.