Hombre sentado en el metro con la cabeza entre las manos.

Adicciones

En la actualidad, la aplicación del tratamiento psicológico va más allá de los propios problemas mentales, extendiéndose a la prevención, alivio o curación de cualquier trastorno de la salud en el que intervengan las exigencias ambientales y  el modo en que las valoramos y afrontamos, así como la modificación de determinados comportamientos perjudiciales para el individuo, hacia otros más adaptativos.

Estos hábitos perjudiciales propician la presencia de déficits considerables en el funcionamiento diario,  además de graves  trastornos tanto para la salud como para el entorno.    Pese a su empeño, son muchas las personas incapaces de corregirlos sin ayuda profesional.

Parece sencillo, y así lo hacen numerosos estudios, relacionar la experiencia de acontecimientos negativos, con la depresión (relaciones rotas, divorcios, fallecimientos, pérdida de empleo etc.). De todos modos, el efecto de dichos acontecimientos se puede ver atenuado por factores como el apoyo social o las propias características personales, dando lugar a un estado normal de tristeza , distinto en cualquier caso de un episodio depresivo. No obstante, no siempre es fácil distinguir entre ambas reacciones, del mismo modo que no lo es determinar si un hecho es causa o consecuencia de la depresión.

La intervención en este ámbito abarca desde conductas  tradicionales  como  fumar o el consumo de alcohol y otras drogas, hasta otras de atención más reciente como llevar una vida sedentaria, (causa de obesidad y otros problemas de salud), adicción al juego, a las nuevas tecnologías, a la comida, a las compras, a guardar cosas o, en definitiva, cualquier  hábito que se realice de manera compulsiva, escapando al control del individuo.

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